lunes, 31 de marzo de 2014




Hola a todos..

Hoy, como en otras ocasiones me dijeron: “he leído tu blog”, pero algo distinto sucedió conmigo. El ir descubriendo que hay personas que lo leen y que les puede entregar alguna luz o consejo no deja de sorprenderme y de llenar mi corazón de gozo.
Les voy a confesar que me parecía muy atrevido escribir algo que fuera 100% de mi autoría. Pero hoy, como en los grandes momentos de nuestra vida, me sucedió algo pequeño y muy potente: me autoricé a poder plasmar muchas de las cosas que he ido escribiendo en el tiempo y decidí compartir las experiencias de las cientos de charlas que he dado por todo el país.
En un momento de tranquilidad de esta tarde y escuchando una bella música de mandala, decidí ir combinando algunos artículos con mis experiencias que más que mías son regalos que me dan las personas que comparten y viven lo que yo estoy empecinado en llevar adelante: el trabajo en nuestro bienestar y felicidad.
Hoy leía en un blog de mi profesora de Magister a una chica que decía que la felicidad no siempre depende de nosotros. No puedo  negar que en algún momento de mi vida pensé muy similar a ella, pero estaba desde la victimización, desde un amor propio pobre y sin confianza, con ganas de apagar todo e irme, claro como si fuera muy simple hacerlo.
Seguí viviendo así como podía o como creía que podía hasta que descubrí que ser feliz depende absolutamente de nosotros, que si queremos cosas distintas hay que hacer cosas distintas y a veces con pequeños cambios para ir diciéndole a nuestra mente: se puede. Cambiando rutinas, provocándonos a hacer algo que no acostumbramos y así, de a poco vamos doblándole la mano a lo que alguna vez llamamos destino. Sí, ya se que algunos van a decir: “ya está escrito”. Pero no por ello no podremos re escribir algunos párrafos para cambiar nuestra historia.

Hace un par de meses en una de mis charlas un señor estaba de cumpleaños, 50 años cumplía en la mitad de la charla. Me mira y agacha su cabeza tomándosela con las dos manos y así pasaron unos segundos para mi. Sin duda para él fueron eternos. Lentamente levantó su cabeza y me dijo muy serio y triste “tengo 50 años y no he hecho nada”… sin vacilar sus amigos de trabajo que estaban presentes, se fueron encima diciéndole: “¡Cómo dices eso! y tus hijos, tu familia, tu trabajo”, pero nada le daba consuelo y en ese momento me miró nuevamente y antes de que me dijera algo le pregunté: ¿no has hecho nada? O ¿no has hecho nada que te apasione?” Se quedó pensativo y en silencio por unos instantes y me dijo: “Eso es. Deje de lado mi pasión, mi pasatiempo y hoy me doy cuenta que lo extraño y que me hace falta. Es aire y energía y no tiene que ver con mis hijos o mi familia”

Así es, le creí y lo digo porque lo vi en muchos otros, quien mantenga su pasión, su creatividad en ese pasatiempo que nos desvelaba en otrora, hoy nos puede llenar de ganas y de energía para poder seguir avanzando.

¡No esperemos más tiempo para descubrir como sacar afuera lo mejor de nosotros y conectarnos con nuestros propios compromisos!...



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