Hola a todos..
Hoy, como en otras ocasiones me dijeron: “he
leído tu blog”, pero algo distinto sucedió conmigo. El ir descubriendo que hay
personas que lo leen y que les puede entregar alguna luz o consejo no deja de
sorprenderme y de llenar mi corazón de gozo.
Les voy a confesar que me parecía muy atrevido
escribir algo que fuera 100% de mi autoría. Pero hoy, como en los grandes
momentos de nuestra vida, me sucedió algo pequeño y muy potente: me autoricé a
poder plasmar muchas de las cosas que he ido escribiendo en el tiempo y decidí
compartir las experiencias de las cientos de charlas que he dado por todo el
país.
En un momento de tranquilidad de esta tarde y escuchando
una bella música de mandala, decidí ir combinando algunos artículos con mis
experiencias que más que mías son regalos que me dan las personas que comparten
y viven lo que yo estoy empecinado en llevar adelante: el trabajo en nuestro
bienestar y felicidad.
Hoy leía en un blog de mi profesora de Magister
a una chica que decía que la felicidad no siempre depende de nosotros. No
puedo negar que en algún momento de mi
vida pensé muy similar a ella, pero estaba desde la victimización, desde un
amor propio pobre y sin confianza, con ganas de apagar todo e irme, claro como
si fuera muy simple hacerlo.
Seguí viviendo así como podía o como creía que
podía hasta que descubrí que ser feliz depende absolutamente de nosotros, que
si queremos cosas distintas hay que hacer cosas distintas y a veces con
pequeños cambios para ir diciéndole a nuestra mente: se puede. Cambiando
rutinas, provocándonos a hacer algo que no acostumbramos y así, de a poco vamos
doblándole la mano a lo que alguna vez llamamos destino. Sí, ya se que algunos
van a decir: “ya está escrito”. Pero no por ello no podremos re escribir
algunos párrafos para cambiar nuestra historia.
Hace un par de meses en una de mis charlas un
señor estaba de cumpleaños, 50 años cumplía en la mitad de la charla. Me mira y
agacha su cabeza tomándosela con las dos manos y así pasaron unos segundos para
mi. Sin duda para él fueron eternos. Lentamente levantó su cabeza y me dijo muy
serio y triste “tengo 50 años y no he hecho nada”… sin vacilar sus amigos de
trabajo que estaban presentes, se fueron encima diciéndole: “¡Cómo dices eso! y
tus hijos, tu familia, tu trabajo”, pero nada le daba consuelo y en ese momento
me miró nuevamente y antes de que me dijera algo le pregunté: ¿no has hecho
nada? O ¿no has hecho nada que te apasione?” Se quedó pensativo y en silencio
por unos instantes y me dijo: “Eso es. Deje de lado mi pasión, mi pasatiempo y
hoy me doy cuenta que lo extraño y que me hace falta. Es aire y energía y no
tiene que ver con mis hijos o mi familia”
Así es, le creí y lo digo porque lo vi en
muchos otros, quien mantenga su pasión, su creatividad en ese pasatiempo que
nos desvelaba en otrora, hoy nos puede llenar de ganas y de energía para poder
seguir avanzando.
¡No esperemos más tiempo para descubrir como
sacar afuera lo mejor de nosotros y conectarnos con nuestros propios
compromisos!...
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