domingo, 8 de junio de 2014

Resumen Los 4 Acuerdos de Miguel Ruiz





La domesticación y el sueño del planeta.
¿Son las cosas como las vemos, como las sentimos, o básicamente interpretamos lo que nos han enseñado a interpretar?
Para la milenaria cultura tolteca (México) la "realidad" que asumimos socialmente no es más que un sueño colectivo, el sueño del planeta. Desde el momento mismo de nacer, interpretamos la realidad mediante acuerdos, y así, acordamos con el mundo adulto lo que es una mesa y lo que es un vestido, pero también lo que "está bien" y lo que "está mal", e incluso quiénes somos o cuál es nuestro lugar en el mundo (en la familia, en clase, en el trabajo). A este proceso el filósofo mexicano de origen tolteca Miguel Ruiz lo denomina domesticación.

"La domesticación es tan poderosa que, en un determinado momento de nuestra vida ya no necesitamos que nadie nos domestique. No necesitamos que mamá o papá, el colegio o la iglesia nos domestiquen. Estamos tan bien entrenados que somos nuestro propio domador. Somos un animal autodomesticado".

El juez y la víctima.
En el transcurso de este aprendizaje incorporamos en nuestra propia personalidad al juez y a la víctima.
El juez representa esa tendencia en nuestra mente que nos recuerda continuamente el libro de la ley que gobierna nuestra vida -lo que está bien y lo que está mal-, nos premia y, más frecuentemente, nos castiga. La víctima es esa parte en cada persona que sufre las exigencias de su propio juez interior. Sufrimos, nos arrepentimos, nos culpabilizamos, nos castigamos por la misma causa una y otra vez, cada vez que el recuerdo nos pasa factura.
Y como consecuencia del propio sistema, el miedo se instaura en nuestra vida.
El miedo y las autoexigencias son los peores enemigos de nuestro pensamiento, y por ende, de nuestra vida. Durante el proceso de domesticación nos formamos una imagen mental de la perfección, lo cual no está mal como camino marcado a seguir. "El problema es que como no somos perfectos nos rechazamos a nosotros mismos. Y el grado de rechazo depende de lo efectivas que han sido las personas adultas para romper nuestra integridad", según Ruiz
Si el libro de la ley que gobierna nuestra vida (nuestra moral, nuestra lógica, nuestro "sentido común") no cumple sus objetivos, que en su base fundamental consistiría en hacernos seres humanos felices y en armonía, es porque evidentemente éste no funciona. Y como no funciona hay que cambiarlo. Y ello lo hacemos revisando nuestros acuerdos (nuestra interpretación incuestionable, nuestro sistema de valores), desenmascarando los que no valen y sustituyéndolos.

La filosofía tolteca nos propone cuatro acuerdos básicos
1. Sé impecable con la palabra.
Las palabras poseen una gran fuerza creadora, crean mundos, realidades y, sobre todo, emociones. Las palabras son mágicas: de la nada y sin materia alguna se puede transformar lo que sea. El que la utilicemos como magia blanca o como magia negra depende de cada cual.
Con las palabras podemos salvar a alguien, hacerle sentirse bien, transmitirle nuestro apoyo, nuestro amor, nuestra admiración, nuestra aceptación, pero también podemos matar su autoestima, sus esperanzas, condenarle al fracaso, aniquilarle. Incluso con nuestra propia persona: las palabras que verbalizamos o las que pensamos nos están creando cada día. Las expresiones de queja nos convierten en víctimas; las crítica, en jueces prepotentes; un lenguaje machista nos mantienen en un mundo androcéntrico, donde el hombre es la medida y el centro de todas las cosas, y las descalificaciones autovictimistas (pobre de mí, todo lo hago mal, qué mala suerte tengo) nos derrotan de antemano.
Si somos conscientes del poder de nuestras palabras, de su enorme valor, las utilizaremos con cuidado, sabiendo que cada una de ellas está creando algo. La propuesta de Miguel Ruiz es, por tanto:
"Utiliza las palabras apropiadamente. Empléalas para compartir el amor. Usa la magia blanca empezando por ti. SÉ IMPECABLE CON LA PALABRA".

2. No te tomes nada personalmente.
Cada cual vive su propia película en la cual es protagonista. Cada cual afronta su propia odisea viviendo su vida y resolviendo sus conflictos y sus miserias personales. Cada cual quiere sobrevivir el sueño colectivo y ser feliz. Y cada cual lo hace lo mejor que puede dentro de sus circunstancias y sus limitaciones.
Las demás personas sólo somos figurantes en esa película que cada cual hace de su vida, o a lo sumo personajes secundarios. Si alguien me insulta por la calle (o yo lo percibo así) con casi toda seguridad no tiene nada o muy poco que ver conmigo; es simplemente su reacción a algo que está pasando fuera (un mal día con su pareja o en el trabajo, una discusión con su hija), o más probablemente dentro (preocupaciones, ansiedad, frustración, impaciencia, una gastritis o un dolor de cabeza).
La impaciencia o las exigencias de tu pareja, de la vecina o de la cajera del supermercado, las críticas de tu hijo o en el trabajo, nada de eso es personal. Cada cual está reaccionando a su propia película.
Hay mucha magia negra fuera, lo mismo que la hay dentro de ti misma, o de mí. En cualquiera, en algún momento de su vida, en algún momento del día. Todo el mundo somos "depredadores emocionales" alguna que otra vez.
"Tomarse las cosas personalmente te convierte en una presa fácil para esos depredadores, los magos negros... Te comes toda su basura emocional y la conviertes en tu propia basura. Pero si no te tomas las cosas personalmente serás inmune a todo veneno aunque te encuentres en medio del infierno", asegura Ruiz.
Comprender y asumir este acuerdo nos aporta una enorme libertad. "Cuando te acostumbres a no tomarte nada personalmente, no necesitarás depositar tu confianza en lo que hagan o digan sobre ti las demás personas. Nunca eres responsable de los actos o palabras de las demás personas, sólo de las tuyas propias. Dirás "te amo" sin miedo a que te rechacen o te ridiculicen". Siempre puedes seguir a tu corazón.

Respecto a la opinión ajena, para bien o para mal, mejor no depender de ella. Ésa es otra película. NO TE TOMES LAS COSAS PERSONALMENTE.

3. No hagas suposiciones.
Tendemos a hacer suposiciones y a sacar conclusiones sobre todo. El problema es que al hacerlo creemos que lo que suponemos es cierto y montamos una realidad sobre ello. Y no siempre es positiva o está guiada por la confianza o el amor, sino más frecuentemente por el miedo y nuestra propia inseguridad.
Deduzco que alguien se ha enfadado conmigo porque no respondió a mi saludo al cruzarnos y mi mente organiza toda una realidad sobre eso. Y se rompen puentes entre la otra persona y yo, difíciles de salvar. Lo mismo con nuestra pareja, con la vecina, con el trabajo. Creamos realidades en base a comentarios o elementos sueltos (cuando no en base a chismes mal intencionados).
"La manera de evitar las suposiciones es preguntar. Asegúrate de que las cosas te queden claras... e incluso entonces, no supongas que lo sabes todo sobre esa situación en particular". En última instancia y si te dejas guiar por la buena voluntad, siempre te queda la confianza... y la aceptación.
Nunca nada que pasa fuera es personal. Pero en cualquier caso, NO SAQUES CONCLUSIONES PRECIPITADAMENTE.

4. Haz siempre lo mejor que puedas.
El cuarto y último acuerdo permite que los otros tres se conviertan en hábitos profundamente arraigados: haz siempre lo máximo y lo mejor que puedas. Siendo así, pase lo que pase aceptaremos las consecuencias de buen grado. Hacerlo lo mejor posible no significa que tú y yo tengamos que hacerlo de la misma manera, ni siquiera que mi respuesta en estos momentos sea la misma que en otro que me siento cansada, o no he dormido bien, o me siento llena de amor y confianza y tremendamente generoso. Se podría decir que en cada momento de nuestra vida somos diferentes, en unas circunstancias y con unas limitaciones concretas. A veces podemos responder a lo que interpretamos como una "provocación" con una sonrisa irónica o divertida, con sentido del humor, o con una carcajada retadora, o incluso a gritos. Pero siempre podemos intentar ser impecables con la palabra, no tomárnoslo personalmente y no sacar conclusiones precipitadas... dentro de nuestras limitaciones físicas, anímicas y en general, de cada momento. Si lo intentamos, de la mejor manera que podemos, ya es suficiente.
"Verdaderamente, para triunfar en el cumplimiento de estos acuerdos necesitamos utilizar todo el poder que tenemos. De modo que, si te caes, no te juzgues. No le des a tu juez interior la satisfacción de convertirte en una víctima. Simplemente, empieza otra vez desde el principio."



domingo, 4 de mayo de 2014

Mayor felicidad, Mayor productividad.

Mayor felicidad, Mayor productividad.

La investigación sobre la felicidad se ha convertido en los últimos 20 años en un tema sobresaliente. Preguntas como las siguientes se encuentran actualmente en la cima de las cuestiones de la psicología, la educación, la economía, la sociología, la neurociencia y el comportamiento organizacional: ¿qué hace feliz a un ser humano? O bien: ¿cómo podemos incrementar nuestro grado de felicidad?
“The How of Happiness”, Sonja Lyubomirsky, nos entrega datos que resultan sorprendentes: 50% de nuestra felicidad se encuentra determinada por factores genéticos y las características innatas de las personas y un 10% es el resultado de nuestras circunstancias. Por lo tanto, el hecho nos encontremos casado o soltero, nos hayamos ganado la lotería o no, y más sorprendentemente, estemos sanos o enfermos, sólo afectará su grado de felicidad en un diez por ciento. Sin embargo, no importando en qué grado de felicidad se encuentre ahora, tenemos  el 40% de posibilidades de incrementar su grado de felicidad llevando a cabo acciones específicas.
¿Cuáles pueden ser esas acciones que nos ayuden a aumentar nuestra felicidad?
Una muy sencilla y que podemos poner en práctica fácilmente, es expresar agradecimiento a las personas que nos han apoyado en la vida. Esta acción no sólo ofrece satisfacción y agrado, sino que además brinda alegría a la persona que la recibe. ¿No cree usted, que una de las cosas que nos hacen más felices es brindar alegría a otros?
Gretchen Rubin dedicó todo un año de su vida a realizar investigaciones sobre cómo ser más feliz. Podemos conocer su experiencia al leer su libro “Objetivo: Felicidad”. La autora describe cómo cada mes se proponía llevar a cabo acciones que tenían como fin aumentar su felicidad. Ella sugiere las siguientes, entre otras: “Alegre esa cara, considérese feliz, acuérdese de amar, haga lo que le apasiona, dedique tiempo a los amigos, tome la diversión en serio, etc.”.
Para incrementar nuestro nivel de felicidad debemos poner mucha atención a los mensajes que damos a nuestra mente. Si  hacemos un esfuerzo voluntario por ver las cosas positivas de la vida pondrá nuestro cerebro en el estado adecuado para atraer las emociones positivas. Por ejemplo, el hecho de que lea este artículo significa que está vivo y que puede leer. Ahora detengamos un momento en la lectura y concéntrenoslos  en nuestro alrededor: observe el cielo o una flor, mire el rostro de alguien que ama, saboree un dulce o una taza de café y empiece a adiestrar su mente y sus sentidos a disfrutar el presente.
Ahora bien, en el campo organizacional existen evidencias cada vez más comprobables entre la relación que guarda el grado de felicidad del personal con los resultados que logran; es decir, a mayor felicidad, mayor productividad. Por supuesto que habrá personas que cuestionen esta afirmación poniendo como ejemplo que en situaciones de presión o tensión pueden surgir mejores ideas o que las personas se esforzarán más para encontrar soluciones en épocas de crisis. Si bien esto puede ser así, debemos recordar que si los periodos de tensión se mantienen durante largos lapsos provocarán estrés. 
El de tipo negativo, también llamado distrés, puede crear incapacidad física o mental y terminar en el síndrome de “burnout” o desgaste profesional. También conocido como el síndrome del profesionista quemado, se caracteriza por un claro detrimento de la capacidad de trabajo así como por problemas de salud tales como dolores de cabeza, insomnio, úlcera, colitis, fatiga crónica y problemas de comportamiento, entre los que podemos resaltar ausentismo laboral, irritabilidad y depresión, entre otros.
La revista Harvard Business reportó, como resultado de una investigación, que una fuerza de trabajo más próspera refleja un rendimiento total superior al 16% y que los trabajadores declararon que se sentían 125% menos agotados, 32% más comprometidos y 46% más satisfechos con sus trabajos. ¿Se puede imaginar lo que una fuerza de trabajo más feliz puede hacer por su empresa?
Para aumentar este grado de felicidad entre sus empleados es importante brindarles capacitación frecuente, ya que seguir aprendiendo es para los seres humanos una fuente de autorrealización y mantenerse activos proporciona satisfacción. Es importante que sus colaboradores reciban reconocimiento por parte de usted, es decir demostrarles que su trabajo es importante y que con sus acciones pueden hacer la diferencia. Un tipo de liderazgo que permita la participación de los empleados en la toma de decisiones incrementará su compromiso y su identidad con la empresa. Si usted logra modificar las políticas de su organización para otorgar “empoderamiento”, el clima organizacional mejorará y con ello la productividad. Jack Welch lo resumía de esta manera: “Todo se relaciona con las personas; se trata de escoger a los mejores, se trata de motivar a los mejores, se trata de recompensar a los mejores en el alma y en el bolsillo.”



martes, 1 de abril de 2014

Felicidad o bienestar es una camino que se construye Positivamente a diario

Hola amigos,

Me gustó este dibujo, porque representa más claramente lo que entiendo por vivir una vida feliz.
Para mí es andar, caminar, navegar, conducir, volar, como queramos llamarle a nuestra mirada de avanzar, y también quedarme quieto, conectando con lo que voy sintiendo y me va pasando. Muchas veces para avanzar debemos detenernos, planificar, reflexionar y ordenar nuestras cargas.

Me encanta este blog desde donde lo estoy encarando en esta segunda vuelta. Ya escribí hace unos días que me di la licencia de compartir o por lo menos de poner mis miradas en este lindo camino de trabajar para estar mejor, y sin duda hace las veces de un ejercicio maravilloso de reflexión, como lo comento en las charlas y talleres, de generar una conexión entre lo cognitivo y lo emocional.

Pues bien toda la semana pasada fue una semana interesante y desafiante conmigo mismo y en nuestro equipo de trabajo de C.H.GRBIC Consultores. Nos vimos enfrentados a una mirada más escéptica por momentos y muy analítica por otro respecto de  que trabajo sobre el bien estar sea tan importante en las organizaciones, y quedamos con una sensación extraña de que si bien entienden su importancia o eso pareciera, no hay la suficiente convicción de atreverse desde lo claro y simple a hablar de felicidad.
¿Nombrar el término felicidad es tan grave para las culturas organizacionales?... Recorrer nuestro país de extremo a extremo me mostró que las organizaciones descansan en sus áreas de RRHH y son ellos los que deben ver qué hacer para las personas, y se me viene una reflexión que nos compartió nuestra presidenta días antes de salir electa. Dijo que ella no cometería el mismo error que cometió con el “TranSantiago” que esta vez le preguntaría a la gente qué opina de las medidas que va a tomar y por las que se verán afectados.

Y no me quiero meter en lo político, solo en esa reflexión ya que parte de lo que fue el tranSantiago tiene que ver con que para su implementación se asesoró de expertos pero no preguntó a quienes lo iban a utilizar, a los usuarios.
Me pasa lo mismo con este tema del bien estar y la felicidad para los colaboradores. Si le preguntamos a las personas como lo hice yo (cerca de 10.000 empleados vigentes de todo tipo de empresa a lo largo de todo Chile), si gustarían de espacios de conversación y entrega de herramientas para estar mejor, para buscar coherencias en sus vidas, la mayoría lo pedían a gritos…Pero las organizaciones o las áreas respectivas no lo dan porque supuestamente la “cultura lo impide”. Entonces me pregunto ¿cuándo es el momento o cómo debe darse la situación para que se implementen acciones que vayan desarrollando el bienestar en nuestros colaboradores?

Yo creo que es YA, así de simple. Mientras antes empecemos mejor será, y habrá menos stress, menos licencias, menos depresión.

Por momentos sentimos como una suerte de frustración de no poder expresar y mostrar con indicadores duros los efectos que hemos visto en nuestros talleres, sin embargo nos reunimos a reflexionar y le dimos una vuelta para ver esta situación como una oportunidad de crecer y ser más creativos. Y de ninguna manera renunciar a este hermoso estandarte de que se puede y se debe estar bien.

Creemos que las organizaciones deberían ofrecer los espacios de desarrollo para el bien estar de su gente y la elección sin duda debe ser personal para que no nos pase lo mismo que con el Transantiago, que unos pocos, desde el palco de lo que debe ser, definen lo que la mayoría seguramente necesita.

Como plantea la sicología positiva las cosas suceden por algo y ese algo es el que hay que ver, analizar y trabajar.

No triunfan los que no se caen, sino quienes nos caemos y nos paramos porque tenemos claro que hay algo que debemos dejar en nuestro camino. Nuestra vida tiene un sentido y mientras antes descubramos ese sentido, antes estaremos en el camino de trabajar en el bien estar y la felicidad. Porque esta es una forma de vida y no solo momentos….


                                    Nos vemos

lunes, 31 de marzo de 2014




Hola a todos..

Hoy, como en otras ocasiones me dijeron: “he leído tu blog”, pero algo distinto sucedió conmigo. El ir descubriendo que hay personas que lo leen y que les puede entregar alguna luz o consejo no deja de sorprenderme y de llenar mi corazón de gozo.
Les voy a confesar que me parecía muy atrevido escribir algo que fuera 100% de mi autoría. Pero hoy, como en los grandes momentos de nuestra vida, me sucedió algo pequeño y muy potente: me autoricé a poder plasmar muchas de las cosas que he ido escribiendo en el tiempo y decidí compartir las experiencias de las cientos de charlas que he dado por todo el país.
En un momento de tranquilidad de esta tarde y escuchando una bella música de mandala, decidí ir combinando algunos artículos con mis experiencias que más que mías son regalos que me dan las personas que comparten y viven lo que yo estoy empecinado en llevar adelante: el trabajo en nuestro bienestar y felicidad.
Hoy leía en un blog de mi profesora de Magister a una chica que decía que la felicidad no siempre depende de nosotros. No puedo  negar que en algún momento de mi vida pensé muy similar a ella, pero estaba desde la victimización, desde un amor propio pobre y sin confianza, con ganas de apagar todo e irme, claro como si fuera muy simple hacerlo.
Seguí viviendo así como podía o como creía que podía hasta que descubrí que ser feliz depende absolutamente de nosotros, que si queremos cosas distintas hay que hacer cosas distintas y a veces con pequeños cambios para ir diciéndole a nuestra mente: se puede. Cambiando rutinas, provocándonos a hacer algo que no acostumbramos y así, de a poco vamos doblándole la mano a lo que alguna vez llamamos destino. Sí, ya se que algunos van a decir: “ya está escrito”. Pero no por ello no podremos re escribir algunos párrafos para cambiar nuestra historia.

Hace un par de meses en una de mis charlas un señor estaba de cumpleaños, 50 años cumplía en la mitad de la charla. Me mira y agacha su cabeza tomándosela con las dos manos y así pasaron unos segundos para mi. Sin duda para él fueron eternos. Lentamente levantó su cabeza y me dijo muy serio y triste “tengo 50 años y no he hecho nada”… sin vacilar sus amigos de trabajo que estaban presentes, se fueron encima diciéndole: “¡Cómo dices eso! y tus hijos, tu familia, tu trabajo”, pero nada le daba consuelo y en ese momento me miró nuevamente y antes de que me dijera algo le pregunté: ¿no has hecho nada? O ¿no has hecho nada que te apasione?” Se quedó pensativo y en silencio por unos instantes y me dijo: “Eso es. Deje de lado mi pasión, mi pasatiempo y hoy me doy cuenta que lo extraño y que me hace falta. Es aire y energía y no tiene que ver con mis hijos o mi familia”

Así es, le creí y lo digo porque lo vi en muchos otros, quien mantenga su pasión, su creatividad en ese pasatiempo que nos desvelaba en otrora, hoy nos puede llenar de ganas y de energía para poder seguir avanzando.

¡No esperemos más tiempo para descubrir como sacar afuera lo mejor de nosotros y conectarnos con nuestros propios compromisos!...